Se llamaba Sara Morales, tenía 14 años y había quedado con un amigo en el Centro Comercial La Ballena el 30 de julio de 2006. Pero su amigo, que nunca llegó a verla aquel día, dio el aviso sobre su desaparición. Inmediatamente, comenzó a ser buscada por toda Gran Canaria, lugar donde ella vivía.
Siempre existió la sospecha, de que un hombre condenado por más de una decena de agresiones sexuales, conocido como "el violador de la furgoneta blanca", había estado implicado en la desaparición de Sara. Éste negó en todo momento que él tuviera algo que ver. Se suicidó en 2009 en la celda donde cumplía condena, no sin antes dejar una carta escrita para los padres de la joven, volviendo a negar que él estuviera implicado.
En 2010 se hallaron unos restos óseos en un pozo de Jinámar, pero se descartó que fueran de Sara tras comprobarse que los huesos no eran humanos.
Con el paso de los años, y tras la muerte del principal sospechoso, las líneas de investigación se reducen, pero se continúa investigando sobre qué le pudo ocurrir a Sara en el trayecto hacia el centro comercial. Su madre, Nieves, llegó a decir que "duerme detrás de la puerta esperándola", dando fe de que no tiene intención de rendirse por encontrar a su hija.