Hace 27 años, una adolescente de nombre Gloria Martínez desapareció en la localidad del Alfaz del Pi, en Alicante. Gloria era una joven que tenía complejos problemas de ansiedad, los cuales ocasionaban que no pudiera llevar una vida completamente normal. Por recomendación de su psiquiatra, fue ingresada en la noche del 29 de octubre de 1992 en la clínica Torres de San Luis, para que reposara allí durante unos días.
Gloria, después de que se marcharan sus padres, empezó a ponerse muy nerviosa, y fue atada de pies y manos en la cama de su habitación. El personal de la clínica aseguró que la ataron, para que "no se autolesionase". Además, fue sedada con una considerable dosis para que permaneciera calmada. Sin embargo, Gloria pidió que la desataran para ir al baño. Y, en ese momento, según la declaración de varios testigos, la chica consiguió zafarse, escapando por una ventana y desapareciendo acto seguido tras la valla que había situada en la clínica, la cual medía más de dos metros. El hecho de que, en ese instante, Gloria estuviera aún sedada, en pijama y sin gafas para ver, hizo que la desaparición fuera considerada muy extraña, pues ni siquiera se sabe si verdaderamente llegó a salir de la clínica.
La auxiliar y la enfermera que desataron a Gloria fueron quienes dieron la voz de alarma, e incluso hicieron una primera batida en su busca junto al matrimonio de guardeses que custodiaba la clínica, sin obtener resultado alguno. Avisaron a la Guardia Civil y a los padres de la chica, con el objetivo de organizar un operativo para encontrarla. La investigación concluye que Gloria llegó hasta una gasolinera situada en el pueblo de Altea, en base a la declaración de un trabajador que aseguró haber visto a una chica esa misma noche, con una descripción que encajaba perfectamente con las características físicas de la joven.
Esa fue la única señal que sobrevino en los años siguientes, donde, pese a múltiples testimonios, y búsquedas prolongadas durante meses, no se obtuvo el menor resultado.
En 2009, 17 años después de la desaparición, una perito llamada Amparo Huélamo, declaró haberse encontrado con Gloria años atrás, e incluso haberse tomado un refresco con ella. Dijo que Gloria "era madre" y que había informado a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad sobre su encuentro con ella. Pero, diez años después de aquella información, Gloria sigue en paradero desconocido.
La clínica en la que estuvo Gloria fue vendida, pero quienes eran sus propietarios en el momento de la desaparición fueron condenados en 2008 a indemnizar a su familia. Una familia que, 27 años después, no la olvida. Y sus padres, Álvaro e Isabel, esperan saber algún día cuál fue el destino de su hija.